jueves, 13 de septiembre de 2007

Requiem por un amigo inolvidable

La última vez que nos vimos, tu salías por la puerta del colegio Inmaculada y yo llegaba a casa, me saludaste alborozado y respondí complacido, me comentaste que los amigos me extrañaban y te dije que yo también los echaba mucho de menos, te vi alejarte raudo y me quedé cavilando mi melancolía, talvez porque aceptaba que hoy los tengo lejos de los ojos, pero muy cerca del corazón, porque aunque el destino me llevó por otros rumbos siempre los llevo presente.

El último correo tuyo que se quedó en la computadora, hablaba de una convocatoria, para departir con los amigos, ese fútbol bienaventurado que nos había unido tanto. Tus últimas letras decían casi resignadas “No hay quórum”, lamentando que los buenos amigos -sabe Dios por que causas- no escucharon o no pudieron atender tu llamado. En una metáfora escondida, se me vino al pensamiento que aquel mensaje, fue una forma de pedir apoyo, pero también ayuda para ti mismo.

La última vez que te he podido ver, ha sido esta noche en que he venido a reunirme con los buenos amigos. He llegado y he visto caras tristes y afligidas, me he abrazado con ellos y no he podido contener unas lágrimas de desconsuelo, que se me han discurrido por el alma. Hoy he venido para acompañarte en esta hora crucial de sentimientos encontrados. Te he visto en tu lecho, con tu cara lozana y transparente, tus ojos cerrados me han parecido que estabas dormido, a la espera que una mano cómplice te pueda despertar. He tenido que hacerme fuerte, para aceptar que estabas allí inerte, sin vida y sin aliento.

Cuando abandoné ese lugar, donde hoy se velan tus restos, se me vinieron a la mente demasiados recuerdos compartidos, un suspiro fue acompañando el dolor agudo que suele causar una muerte, tan injusta, como desconcertante, quizás los que aún nos aferramos a la vida, nunca vamos a entender porqué tienen que partir de este mundo, los hombres buenos, porqué el destino se viste de muerte y se ensaña con las personas de corazón noble y afectivos sentimientos. El designio divino es el único que tiene la verdad, de porqué pasan estas cosas, pero aún sigo masticando el arrebato, por tan inverosímil trance que nos ha tocado compartir.

Amigo de siempre, amigo del alma, nos has dejado un gran vacío en el corazón, los que te consideramos en vida, sentimos tanto tu partida, allá desde el cielo y desde la misma eternidad, hoy estarás mirando como, tus amigos se sienten mas unidos que nunca en el dolor de estas horas de tristeza. El fútbol, deporte bendito, nos dio muchos momentos gratos, aquella banda izquierda, ha quedado desamparada y sin tu alegría, solo los años nos brindarán la sapiencia y entereza para poder digerir este trago amargo, que nos ha remendado el espíritu, pero mantiene inmaculado nuestro recuerdo y ese afecto que lograste eternizar, mas allá de la misma muerte.

Héctor, amigo inolvidable, cuando lleven tus restos a su última morada, para el descanso eterno, solo apelaré a recordar en silencio, que la última vez que pude verte con vida, me señalaste entusiasta que los amigos me extrañaban, amigo mío, te reitero que yo también los echo de menos en demasía, pero te debo de confesar, que a partir de hoy, tu presencia ya nos hace mucha falta.

Descansa en paz amigo, que Dios y la virgen Inmaculada te guarden en su gloria.
(Tus amigos del RUPERT MAYER colegio Inmaculada)

No hay comentarios: