viernes, 17 de abril de 2009

KISS La noche mas caliente del planeta

Hay ocasiones en que los recuerdos, se vuelven al presente de una manera tan real, que pareciera insignificante el tiempo que haya transcurrido, las huellas que se han dejado atrás y a veces hasta la misma realidad que uno pueda estar viviendo. Hay ocasiones en que uno solo atina a cerrar los ojos y dejar que el volumen suba al máximo, para dejarse envolver por ese sonido que viene desde el infinito y logra estremecer el alma y acelerar el corazón a la velocidad máxima.

Cuantos años, días y horas esperamos esta noche. Cuantas noches tuvieron que pasar para esperar que llegara la que era especial, la que recordaríamos siempre, la que nos deje un recuerdo imborrable y se quede tatuado para siempre en nuestros corazones. Desde que el sol rayaba en la mañana, había una extraña sensación, como si presintiéramos que algo bueno ocurriría. Cuando llegó la hora, dejamos atrás nuestras obligaciones, nuestras preocupaciones y marchamos en busca de la euforia y el embeleso. Era la hora de darle encuentro a los buenos amigos, aquellos de nuestro mismo lazo sanguíneo, esos locos divertidos que sienten corriendo por sus venas rios interminables de sangre pintada de rock and roll. Era la hora de ponernos el maquillaje y darle encuentro a esos amigos entrañables, que cada día se inventan una buena excusa para ser cada vez mas felices.


Que importa si existen otros gustos musicales o exista algún tipo de comparación. Que importa si somos jóvenes o viejos, o talvéz queramos asemejarnos con algún personaje en extinción. Que importa si ayer fue Maiden, Gabriel o Waters, o si mañana es B52's, AC/DC o Rooling Stones y tampoco me importa si estaré con vida. Esta era la noche de KISS, nuestra noche, la que esperábamos con ansias locas que ese bendito telón negro se viniera abajo y dejara ver a Gene Simmons y su hacha diabólica, transformada en bajo armónico, emergiendo de las tinieblas para blandear su lengua como serpiente letal, arrojar fuego como dragón tenebroso y salivar sangre como vampiro endemoniado. Brindarnos un comienzo de un Deuce que se sintió mas bello e impactante que nunca y hacernos saltar hasta el cielo con el Rock’n roll all nite. Dejar que el glamur y la voz, aunque cansada, aún vigente, de Paul Stanley, nos conquiste los sentidos, para hacernos vibrar y sucumbir al frenético Lick It Up y fulminarnos con ese Detroit Rock City final. Abrir los oídos al máximo para sentir retumbar los tímpanos con esos redobles de la maravillosa batería de Eric Singer y dejarnos envolver por esos acordes inmortales del sonido estremecedor, interplanetario y mágico de Tommy Thayer que nos rasgaba las entrañas.

Aun me resulta imposible, dejar de agitarme, al recordar los momentos vividos, en una noche ardiente, aún hoy la brasa sigue ardiendo, el fuego no se consume, sigue encendida la pasión y en cada foto, en cada video que repaso, la nostalgia aún no se hace espacio, porque aún no se hace recuerdo lo vivido, aún está vivo y queda tiempo para seguir recordando este maravilloso concierto.

Cuantas noches tuvieron que pasar, para que llegara esta noche inolvidable. Cuantos años dejamos en el camino de nuestras vidas y cuantas horas esperamos para disfrutar una noche hasta el éxtasis. Cuanto tiempo pasó y cuanto tiempo pasará, para que podamos volver a tener una nueva oportunidad de compartir con los buenos amigos, de una noche como esta. La noche mas caliente del planeta.

(Este es un video que pude filmar en esa noche inolvidable)