domingo, 19 de agosto de 2007

LEVANTATE PERÚ!!

Aquella tarde ensombrecida, de un día de miércoles, estaba escrito que la tierra te sorprendería con su estremecimiento. Te tomó de los pies y no te dejó escapatoria, su ondulación de terror y pánico sacudió tus propias entrañas con esmerada brutalidad. El mar que bañaba tus costas, se revolvió de entre sus umbrales para zarandear tu cuerpo a su antojo, tus hijos le vieron de cerca, los ojos a la muerte. En unos interminables segundos, la tierra tembló más fuerte que nunca y fue dejando un manto negro de destrucción, sufrimiento y tragedia.

Hoy te miro Perú, y te veo herido de muerte, magullado en tu nobleza, desgarrado en tus ropas y en tu piel, una parte tuya ha sido arrancada de cuajo, como tu propia esperanza por la vida. La tragedia se ha hecho hermana del desamparo y ha destruido tu ilusión y alegría. Hoy estas trémulo en tus emociones, mirando como tus hijos recogen a sus muertos, buscando entre los escombros señales inexistentes de vida, aferrados a la palpitante esperanza de que en algún sitio escondido, pueda estar, ese ser querido, que aquella terrible noche, desapareció de entre sus dedos, cuando el espanto les apagó la luz de sus confianzas y los dejó inertes, sin aliento, a merced del cataclismo.

Tu tierra, ha sido removida de entre sus raíces, aquella brisa que acariciaba tu rostro, hoy se ha hecho polvo que juega con el viento y enjuga tus lágrimas de dolor eterno. Tus manos están maltrechas, porque han lisonjeado el rostro lleno de sudor y sangre de tus hermanos. Hoy tienes rasgado el corazón al ver que todo lo que un día fue regocijo y esperanza, se ha convertido en un calvario de vivencias. En cada metro que alcanzan a ver tus ojos extenuados, solo divisan cuerpos sin vida y moradas destruidas, almas que caminan sin rumbo, cuerpos que prefieren estar muertos y rostros que solo reflejan dolor y desesperación.

¡Levántate Perú!, porque tus hijos se abrazan llorando juntos y buscan tu cobijo, cual niño perdido que encuentra el regazo de su madre. El cataclismo ha podido romper sus cuerpos y sus voluntades, pero resisten con vigor ennoblecido que la sombra de la muerte siga encarnizando su existencia. Dios ha brindado su señal, permitiendo que el sacerdote de su Iglesia resucite de entre los escombros, junto a un niño de siete meses y que una madre pueda alumbrar a su hijo, Rafael Jesús, que resulta siendo un destello de luz de esperanza y vida entre las tinieblas de la congoja.

¡Levántate Perú!, porque hoy en medio de la devastación, tus hijos se han unido para ayudarse como hermanos, un pueblo nacido desde el sufrimiento, se está haciendo fuerte y solidario en la desgracia. El momento fatídico va quedando en la memoria y se va haciendo hora que le aceptes la mano al amigo extranjero que viene en tu ayuda, para hacerte elevar, para decirte al oído que está contigo y para acompañarte en el desconsuelo y la resignación

¡Levántate Perú!, porque aún te quedan fuerzas para que vuelvas a renacer de entre las cenizas, con el pecho henchido, rasgado y sangrante, pero con la convicción que en estas horas amargas de aflicción, la unión de los peruanos se fusionará en un abrazo de sentimiento, para compartir un solo corazón, para curar tus heridas y hacer que dejes tu lecho de dolor, para tomar tu brazo y poder llevarte a caminar juntos por el sendero del porvenir y la nueva esperanza.

PERÚ, SOMOS FUERTES, SEAMOSLO SIEMPRE!!

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