Acaso
y como siempre dijiste, la vida no es la que uno vivió, sino la que uno
recuerda, y cómo la recuerda para contarla. Acaso y la vida que viviste y la
que contaste, haya sido para todos, un hermoso paseo por esta línea del tiempo
y de la historia, que la escribiste, con la paciencia del eterno viejo, en la
soledad de tu cuarto con 28 letras del alfabeto y dos dedos como todo tu arsenal. Obra y leyenda que permanecerá para siempre en cada palpitación del sentimiento y en cada renglón de una historia viva para siempre.
Acaso
y si pensabas que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y
magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado,
hoy nos cuesta digerir esta partida, porque se hace frágil la nostalgia y el corazón
no entiende de distancias, se hace difícil sobrellevar la congoja, porque la
tristeza resulta siendo un sable que se encaja en la garganta y rasguña las entrañas.
Acaso
y si cuando escribiste que la peor forma de extrañar a alguien es estar sentado
a su lado y saber que nunca lo podrás tener, te referías a ti mismo, a tu inspiración
que guardaba eterna compañía. A esa improvisada iluminación que llegaba a tus
dedos casi sin darte cuenta. A esa increíble forma de decir lo que se siente y
que de pocos se fue haciendo esquiva, cuando empezaste a decirnos adiós en
silencio. Fuiste el genio que escribía desde las nueve hasta las tres de la
tarde, dizque para mantener el brazo caliente, cuando en realidad era que no
sabías qué hacer por la mañana.
Acaso
y hoy se sienta más real que nunca, que ningún lugar en la vida es más triste
que una cama vacía. Acaso y porque es la tuya, la que ya no albergará tu
descanso. Ya no será el lugar donde los sueños se hacían alucinaciones en carne
viva, donde hoy solo yacen los inmortales recuerdos del genio que reinvento el
lenguaje, que fundó un mundo extraordinario donde la prosa más bella, los
personajes inverosímiles y la conciencia de la historia se convirtieron en alimento
del alma.
Adiós
Gabo, genio de la literatura, nos enseñaste a vivir con el amor en los tiempos
del cólera, nos contaste la historia de tus putas tristes, nos dejaras cien
años de soledad y tristeza, pero entendemos que esto solo ha sido la crónica de
una muerte anunciada, que ha llegado en una mala hora, pero que se entiende, porque
quizás, solo los genios pueden darse el lujo de escoger, hasta el día de su
muerte.
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