sábado, 11 de mayo de 2013

Por mi Madrecita

Hoy como cada noche, he reposado mis rodillas y unido mis manos, para hablar con Dios. Y en mi rezo diario, le he vuelto a pedir por ti. He vuelto a rogar porque ese tiempo mezquino que me regala migajas de espacios, se haga sensible para brindarme la oportunidad de poder verte más seguido, como antes, como siempre. Para que mis días se hagan complementarios con ese compromiso que hoy acompañan a mis propias responsabilidades y hacen que la distancia se haga más sentida y agobie mi melancolía.

Hoy he rezado por ti, recordando aquellos tiempos idos, cuando aún pequeñuelo, posabas tu mano sobre mi cabeza y un beso en mi frente era un regalo divino. Por esa tranquilidad que me brindaba tu regazo. Por esa obsesiva forma de ser siempre buena y condescendiente, a pesar de mis tantas travesuras y errores que supiste sobrellevar con entereza. Por tantos yerros de perturbado adolescente, por tantas cosas que no supe valorar a tiempo y que tardé tanto en darme cuenta de su real valía. Por esa fortaleza que logro enmendar mi rumbo, cuando era un potro desbocado y mis miedos y temores, lograban confianza en tus abrazos, tus caricias y tus sabios consejos.

Hoy he rezado por ti, porque te he imaginado más triste que otras veces. Quizás porque los años se han hecho crueles contigo y han castigado tu nostalgia. Porque a pesar del tiempo, no pudiste llenar ese vacío que dejó el viejo, tu aliado y cómplice que te ayudaba a mitigar esa soledad que te produjo la partida de tus hijos, cuando debieron aceptar el designio divino de fundar su propia familia. Aquel día de junio, en que el destino feroz vino disfrazado de muerte, te dejó el alma hecha jirones y aún no has logrado sanar bien la herida.

Hoy he rezado por ti, porque te he imaginado más afligida que otras veces. Con los malestares que te hieren el cuerpo, te dañan el espíritu y te resquebrajan el corazón. Tu fortaleza se ve cada vez más endeble y tu fuerza se hace débil. Tus ojitos de ángel, han ido perdiendo su brillo y su color. La profundidad de tu mirada se ha ido disipando en una silueta vagabunda y tus pasos se han hecho pausados y cansinos. Me duele ver que los años implacables, te han golpeado demasiado, la angustia por aceptarlo y la impotencia de no poder luchar contra la ley de la vida, me causan un dolor profundo en el pecho.

Hoy he rezado por ti, recordándote cada vez que voy a visitarte y regocijas tu nostalgia, acariciando mi cabeza, abrazando a tus nietos, como refugiando tus recuerdos de mis años y compartimos alguna lágrima traviesa. Por cada despedida, en que siento que puede ser la última y cuando levanto la vista para mirarte, distingo tu silueta que enmarca tu rostro de ángel, el viento jugueteando con tu cano cabello y tu sonrisa limpia, radiante y sincera. Tus ojos ya no distinguen en la distancia, pero yo puedo ver que aún permanece esa dulzura que irradia tu mirada vigilante que subyuga mis sentimientos. Esa mirada que logra que en la lejanía, pueda seguir mirándote, a veces peleado con el tiempo, otras con la ocupación de mi propia existencia y casi siempre, con la cansada rutina, que ya no me deja poder abrazarte tan seguido.

Hoy he rezado por ti, rogando que el Todopoderoso escuche mis plegarias. Que mitigue tu dolor y que aleje tu angustia. Que aunque la vida y el tiempo deben seguir su marcha, me brinde la oportunidad de seguir teniéndote cerca de ti y de mis hermanos. Que me regale la dicha, de cuando me sienta nostálgico y levante la mirada, siempre pueda verla allí, imperturbable, con su sonrisa llena de amor y ternura, esperando por mí, para brindarme su refugio como cuando niño, para hacerme sentir que a pesar del tiempo y la vida misma, sigue tan presente y viva, en el alma y en el corazón.

Hoy he rezado por ti, rogando que el Todopoderoso alargue el tiempo, para que cada vez que mire aquella ventana de la nostalgia, se abran las puertas y la vea aparecer con sus brazos abiertos, a recibir este amor inmenso que guardo dentro y que perdurará la vida entera. Porque un solo día no basta para enaltecerla y glorificarla; Mi Madre querida.

Hoy le he rezado a Dios y le he rogado, POR MI MADRECITA.





No hay comentarios: