El año 2013 camina por la playa del recuerdo como perdonando el tiempo, el último día se acerca y se va llevando su equipaje. Que rápido se pasó el tiempo, sin darnos cuenta se va desglosando el último día del calendario, poco a poco se va extinguiendo este cúmulo de recuerdos, de vivencias y tantas cosas apreciables, tantas cosas que nos han dejado huella y que nos van marcando un nuevo destino. Tantos momentos que se hicieron gratos, inolvidables y tantos instantes de recuerdos ingratos que nos enseñaron algo, que nos dejaron aprender a través del dolor.
La maleta de la nostalgia es
la que tiene más cosas y enseres, en ella hay muchas fotos, de gente amiga, de
seres queridos, de seres encontrados y de seres olvidados. Muchos recuerdos que
se han perennizado en una imagen, muchas anécdotas que han quedado eternizados
en la memoria, algunas muy tiernas, otras que provocan alegría y no muchas que
producen una tristeza que logran hacer escapar una lágrima traviesa. Hay de esas fotos que perennizaron un acontecimiento trascendental, algo que marcó nuestras vidas, algo que se llevó el tiempo, junto a nuestros años, a nuestro diario caminar, pero que permanecen allí guardadas y nos conmueven el alma cada vez que las volvemos a mirar.
El año 2013 va perdiendo su mirada
en el horizonte, va enterrando los pies en la arena y dejando caer la mirada,
las olas nuevas mojan sus ropas viejas, la brisa empaña su rostro disimulando
su melancolía, el viento se lleva algunos papeles perdidos de su maleta de la nostalgia que ha empezado a cargar, pronto deberá partir para siempre, pronto será un olvido, pronto será solo recuerdo, cuando las 12 campanadas hayan empezado a
sonar…